CITA CÉLEBRE


“To be loved is to be fortunate. To be hated is to achieve distinction”.

Mina Thomas Antrim Quotes



lunes, 7 de diciembre de 2009

Y SOÑÉ...

Para estar en medio del invierno, hacía demasiado calor esa noche. Me levanté de la cama para abrir de par en par la ventana. Escuché las gotas caer suavemente sobre los árboles y enseguida asomé la mitad de mi cuerpo para refrescarme mojando un poco mi pelo.
No pude evitar mirar hacia el farol de la vereda del frente, donde una pareja se comía a besos como si no existiera nada a su alrededor. Ella reía suavemente, pero a esas horas era lo único que se escuchaba en esa pequeña calle. No puedo negar que sentí un dejo morboso al quedarme observando cómo su falda se levantaba mientras las manos de su amante exploraban su entrepierna. Entonces levantó su cabeza y me miró. Todo a su alrededor parecía gris, y sólo sus labios encendidos mostraban un intenso color rojo. No me apartó la mirada a pesar de las atrevidas y excitantes caricias de su amante.
Cerré abruptamente la ventana y me metí nuevamente a la cama, mojando la almohada con mi pelo. Lentamente sentí que mi cuerpo se entibiaba. Tomé un cigarrillo de la mesita y lo encendí con ansias, fue entonces que me invadió esa tos que me hacía pensar que moriría al siguiente minuto y, a pesar de eso fumé hasta apagar la colilla que casi quemaba mis dedos. Miré el reloj cambiando al instante de las dos cincuenta y nueve a las tres, como burlándose de mi insomnio. Entonces, a medida que mi cuerpo volvía a entibiarse, los párpados comenzaron a sentir el peso y me invadió el sueño. Pesaban a cada segundo más, mi respiración se hacía más profunda, y soñé...
Soñé con el sonido de los tacones que suben la escalera y se detienen frente a mi puerta para luego escuchar los suaves golpes en ella. Me levanto y siento el frío en mis pies al caminar hacia la puerta. Al abrirla, ella de pié sonríe. Entra sin pronunciar palabra alguna mientras desabotona su abrigo. Lo deja delicadamente sobre la silla para sin siquiera pronunciar palabra, sentarse sobre mi cama. Toma uno de mis cigarros y lo enciende. Me siento entonces junto a ella para deleitarme con sus gestos, acerca su mano a mi boca para darme de fumar. Mis ojos se deslizan por entre su escote maravillándose con lo perfecto de sus líneas. Mis manos ni lo dudan y comienzan a acariciarla por completo. Siento su calor, la suavidad de su piel y su aroma envolviéndome y llevándome tan lejos. Y ese sueño a cada segundo se torna más real… tan real que a ratos me hace sentir escalofríos. Tan real como para sentir que me acerco al clímax.
Y entonces su cuerpo delgado y ardiente, se inclina sobre mí hasta quedar recostados, uno sobre el otro. Y la beso. La beso en su boca roja, y en sus pechos y en su vientre. Y la tomo entre mis brazos y la volteo hasta hacerla mi presa. Y la aprisiono entre mis brazos. Y pierdo la cabeza mientras me sumo entre sus piernas hasta beber de su sexo. Y la tomo y la volteo, la levanto con exquisita timidez y a su vez atrevimiento hasta sentir cómo separa sus piernas y me monta cual corcel, y la escucho gemir mientras me envuelve con su flor, aprisiona mi miembro y me enloquece.
Y miro su boca, tan roja y encendida. Y su pelo cubriendo a medias sus pechos y mis dedos enredándole los rizos, suaves y a al vez enmarañados, que resbalan llegando a sus caderas.
Y me entrego y la amo. La amo hasta querer morir en ese instante glorioso. Pero a la vez… la odio. La odio por no ser real. Por existir sólo en mi mente… mi retorcida mente. Y siento ese agudo dolor disfrazado de placer. Desfallezco en el éxtasis y abandono mi cuerpo y su carne.
Abruptamente despierto y la veo. Es real. La veo al mirar el espejo… es mi propio reflejo. Logro salir por completo de ese sueño y me miro sorprendida a medio envolver entre las sábanas, aún mostrándome los signos del más extraño, excitante y retorcido sueño. El sueño en el que soy un hombre…

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