CITA CÉLEBRE


“To be loved is to be fortunate. To be hated is to achieve distinction”.

Mina Thomas Antrim Quotes



jueves, 3 de diciembre de 2009

CAFÉ INVERNAL

Me encierro en el pequeño, tibio y tenuemente iluminado departamento, para recogerme y mantener una especie de hibernación, sin lograr aún envolverme dentro de un capullo, lo cual no es ciertamente necesario, ya que mi cuerpo se mantiene envuelto durante casi todo el día entremedio de estas interminables capas de prendas oscuras, gruesas y pesadas. Me despierta de este letargo una sirena y me obliga a cubrir mis oídos, me levanto y miro sorprendido el vehículo de vidrios oscuros que recorre esta calle con tal apuro. Mientras miro hacia la esquina me decido a salir, pensando en el café de la calle Mosqueto a media cuadra de Monjitas, ese al que me agrada ir en medio del invierno. Salgo, a pesar de ver el cielo gris y cubierto de nubes, casi azules a ratos.
Camino por las sucias, mojadas y frías calles sin vida, casi sin mirar estos cabizbajos transeúntes que se cruzan en mi interminable y frío camino al centro. Y entonces comienza esta triste y pausada banda sonora que me envuelve, esta suave y un tanto oscura melodía que marca el lento ritmo de mi caminar.
Corro al cruzar la calle. Quiero entrar cuanto antes al Café. Antes de cerrar la puerta, puedo sentir esa tibia brisa que alcanza a rozar mi cara anunciando un aguacero. Esa brisa que a veces se convierte en viento y levanta sin previo aviso todo a su paso. Cierro la puerta y camino hacia el ventanal que da hacia la calle para sentarme, como siempre, en una de las mesitas para extasiarme con esta matinée. Puedo ver ahora, presas de este viento, las secas hojas caídas, que dejan desnudos esos árboles mostrando ahora su delgadez. Una que otra bufanda está a punto de ser arrancada de un abrigado cuello. Esos largos y ondulados cabellos azabache parecen danzar alegremente por los aires. Una larga falda que, levantándose inesperadamente me deja apreciar la maravillosa estética de aquella desprevenida chica. Un tipo trata de mantener pegado a su cuerpo el abrigo a medio cerrar por el apuro al salir de la oficina. Y todo objeto que, al interrumpir su paso libre e impredecible, parece cobrar vida propia.
Después de pedir el exquisito y con ansias esperado café Irlandés, me quedo absorto mirando la agraciada chica que baja de un taxi, tratando a tirones de sacar sus paquetes mientras ríe haciendo el inútil esfuerzo de atrapar los papeles que este bienintencionado viento le arranca repentinamente de entre las manos. Entonces este joven sin siquiera hablar, aparece de la nada y comienza a coger cada uno de los papeles que intentan levantar vuelo entremedio de los dos. Ella lo mira un tanto sorprendida, para luego transformar esa expresión en un intercambio de palabras y sonrisas.
Después de lograr entregarle la completa colección de notas, la detiene tomando suavemente su brazo derecho, ella voltea aún con la sonrisa amplia y luminosa. Apenas logrando levantar un par de sus dedos cubiertos por guantes de cuero negro, toma el trozo de papel que él le entrega. Después de presenciar esta fiesta de sonrisas y delicados flirteos, los puedo ver despedirse, besándose tímidamente en la mejilla. No los pierdo de vista hasta que desaparecen, ella doblando la esquina hacia Monjitas y él cruzando la calle hacia el poniente. Sigo mirando hacia un lado y al otro de la calle, creo que con la esperanza de verlos aparecer y encontrarse nuevamente, besándose esta vez no en la mejilla, ni tan tímidamente. Mi espíritu de joven e inexperto cupido, frustrado al no cumplir las expectativas de presenciar el comienzo de un nuevo romance, guarda una vez más el arco, y pierde una más de sus erradas flechas.
Siento el agradable y reconfortante aroma que despide la taza que la chica de siempre pone en la mesita frente a mí. Y mientras lo revuelvo para mezclar el dulzor de la crema con la amargura del café y la intensidad del licor, me detengo a disfrutar lo agradable que puede ser este interminable, frío y gris invierno…

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