CITA CÉLEBRE


“To be loved is to be fortunate. To be hated is to achieve distinction”.

Mina Thomas Antrim Quotes



lunes, 7 de junio de 2010

DOMINGO EN LA FERIA

La Gaby caminaba igual que las cuicas que paseaban a sus finas mascotas por Las Condes, y yo sabía porque las había visto cuando iba a la Feria de allá, los Martes. Claro que su perro, el Toro, no era tan encopetao’ como los de allá arriba, pero nunca la dejaba sola. Tampoco andaba de chopin, como dicen… ella acomodaba las verduras en su puesto de la Feria. Después de poner las cebollas, zanahorias y tomates, gritaba a viva voz ofreciendo su mercadería.
Los feriantes la piropeaban cada vez que se podía, y sentía ganas de decirles que se callaran, que la dejaran tranquila porque era mía. Quería decirles que estaba loco por ella. Y los miraba con rabia, y siempre me encontraba con la amplia y sin una par de dientes, sonrisa del Chalo que me miraba como burlándose de mí.
La Gaby no respondía, sólo proseguía con las tareas de cada mañana de Feria. Y yo en cambio, sólo la miraba. Era tan linda, como artista de cine. Pero sabía que un roto como yo… ¿qué le podía ofrecerle a ella? Si cuando la venía a dejar el musculoso ese que tenía de enamorao, me dentraba una cosa tan terrible, que casi se me daba vuelta la vianda.
Ese Domingo eran casi las diez, cuando la vino a buscar el amachao ese tal por cual, la gritoneó y le recordó con un par de empujones quien mandaba. Cada uno de nosotros siguió acomodando su mercadería sin parar siquiera mientras la mirábamos con rabia y pena a la vez. Entonces, mientras se me colaba el fuerte aroma del cilantro por entre la nariz, escuché que la Gaby le gritaba que la dejara tranquila, que ya estaba aburrida y que lo iba a dejar. Los ladridos del Toro no cesaban mientras le mostraba los dientes al choro, que le tiraba patadas hacia atrás mientras empujaba a la Gaby. Ella sólo intentaba hacerlo callar mientras lo tomaba en brazos para calmarlo.
A la Chabela se le doblaron las rodillas cuando escuchó la cachetada que le había enrojecido la cara a la dueña de mi corazón. Se afirmó de mí y me dijo que le daba miedo que el musculoso le hiciera algo a la Gaby, porque una vez ella le había contado que en la cana era el más choro. Y yo quería puro pegarle. Apreté fuerte los puños y me dispuse a armarle la mocha, pero la Chabela me agarró fuerte y me pidió que no lo hiciera, porque la Gaby pagaría después si me agarraba a coscachos con él.
Los chiflidos y golpeteos en los cajones vacíos, eran lo que se escuchaba a su paso mientras él la empujaba hacia el auto ese, todo lleno focos. Una rabia incontenible me entró cuando él la agarró por las nalgas para meterla al auto. Igual me dio miedo cuando La Gaby se volteó bruscamente para mirarlo a la cara, y el musculoso sólo la miró con una sonrisa empapada en burla.
- Chabela! -escuché a la Gaby gritando desde el auto- no me dejí’ el puesto botáo’…
- No te preocupí Gaby! –respondió la Chabela mientras corría hasta la puerta del auto- Yo te guardo la mercadería, el Chalo me va a ayudar…
No pudo responder. Se puso la mano en la garganta como diciéndole que se le anudaba, como que dejaba pasar un hilo de saliva que tragaba mientras las lágrimas corrían por sus mejillas hasta empapar el pañuelo rojo que le adornaba el cuello.
El mismo pañuelo que aún llevaba al cuello cuando la fuimos a buscar con la Chabela al Instituto Médico Legal. El guardia nos entregó al Toro, no dejaba de aullar mientras trataba de soltarse la cuerda que tenía amarrada al cuello. Nos dijo que lo habían traído con el cuerpo y que lo había sacado de la Sala a tirones entre intentos por morderlo.
Nadie nos supo decir qué le había pasado a la Gaby. Lo único que dijeron era que la habían encontrado en el sitio eriazo, ese que estaba cerca de donde vivía ella en La Pintana. Entramos a la Sala con la Chabela y la miré acostada sobre esa fría camilla de metal. Estaba tan linda como siempre. Un poco más pálida, pero igual de linda. La Chabela rompió a llorar cuando me vio que yo me inclinaba para darle un beso. El beso que quería darle siempre que la miraba acomodando las verduras. Igual que la última vez, el Domingo en la Feria.